Carlos Sebastiao Da Silva es recordado por lo hábil que era, un delantero letal. Formó parte del equipo de Oriente Petrolero, en especial de aquel que en 1988 disputó la Copa Libertadores y llegó hasta la tercera fase. Fue la mejor participación del conjunto cruceño en un torneo internacional, y este brasileño era una de sus figuras.
Vive en su Sao Paulo, su ciudad natal, allí trabaja en la formación de jóvenes futbolistas. La escuela se denomina Académicos de Villa Fuchini.
Miguel Antelo era el presidente de Oriente cuando él estaba y el uruguayo Wálter “Cata” Roque comandaba la dirección técnica.
Da Silva era parte de una fuerte estructura futbolística. En ese tiempo chocaban los campeones y subcampeones de dos países y el cruceño ganó el grupo escoltado por Bolívar y los paraguayos Olimpia y Cerro Porteño.
El goleador fue la figura en Asunción en aquel resonante triunfo (0-2) contra el Rey de Copas, como se le conoce al Olimpia. Es que fue autor de las dos conquistas del lance jugado en el estadio Defensores del Chaco.
En la siguiente instancia, Oriente despachó al también poderoso Colo Colo de Chile, al que derrotó en el estadio Tahuichi Aguilera y le empató sin goles en Santiago.
De acuerdo con la Conmebol, Oriente fue sexto en la tabla general entre 21 participantes de aquella edición.
“Cómo olvidar esa campaña, nos tocó enfrentar a equipazos y recuerdo que el América de Colombia nos sacó del torneo porque había formado un grupo poderoso que llegó en esa década dos veces a la final de la Copa”, rememora Da Silva.
“Esas cosas se quedarán en mi corazón para siempre. Bolivia es mi segunda patria, hice muchos amigos y los mejores momentos de mi carrera los he pasado allí”.
Con él jugaban Wilson Ávila, Roberto Brunetto, Romer Roca, Gabriel Amodeo, Arturo García y Marciano Saldías, entre otros.
“Cata nos decía que teníamos que jugar con ganas, a veces había equipos superiores pero era difícil que nos ganaran. Nos metía mucha garra. Ese era Oriente”.
Eran tiempos en que no había tanta plata como ocurre hoy. Por eso se acuerda que Miguel Antelo “ponía los premios de su bolsillo”, y así Oriente llegó a vivir una de sus páginas más gloriosas.
Vive el Mundial y dice que no se puede repetir el ‘maracanazo’
En Sao Paulo se dará inicio al Mundial de Brasil 2014 el 12 de junio y, como todo brasileño, Carlos Da Silva afirma que su selección es la primera favorita para obtener el título, pero tendrá que luchar mucho en la cancha para llegar al objetivo.
“Brasil es mi candidato, pero hay que tener mucho cuidado con Argentina, Italia, Alemania y España. Será un Mundial muy peleado. Mi selección tiene la ventaja de jugar de local, sin embargo no puede jugar mal, no puede ser floja en la cancha. Sabemos que no debe pasar lo mismo de 1950 contra Uruguay, seguro el DT está trabajando para que no pase eso. No se puede repetir el ‘maracanazo’”.
El pentacampeón del mundo jugará en su debut mundialista contra Croacia en el Arena Corinthians y el exdelantero quiere estar en las tribunas, pero hasta ahora no tiene boleto.
“Todavía no tengo una entrada, pero en Sao Paulo uno las consigue, es cuestión de buscar para el día del partido estar en la tribuna”, dice optimista.
Una de las posibilidades es que vaya a las oficinas del Palmeiras, ahí hay gente que trabajaba cuando él era jugador. Conoce a dirigentes y empleados de su época, “quizá por su intermedio logre un boleto, hay que intentar estar en ese partido”.
Cuenta que a medida que se acerca la hora de la inauguración de la Copa crece la expectativa. Brasil es el país del fútbol y la gente lo vive apasionadamente. “Todos hablamos del Mundial”.
Su amigo Celio Alves le abrió campo en Oriente
Su socio en Oriente Petrolero era su compatriota Celio Alves, quien lo trajo al fútbol boliviano. Da Silva cuenta que coincidieron en Palmeiras de Sao Paulo, donde se hicieron amigos y formaron una pareja temida por los rivales.
“Nos conocíamos tan bien que jugábamos de memoria. Cuando lo veía a Celio agarrar la pelota, ya sabía qué debía hacer, si correr una diagonal o esperarlo para devolverle una pared. Podíamos estar hasta de espaldas y nos salían las jugadas”.
Alves había llegado antes al país y no se olvidó de su amigo, lo llamó por teléfono y le convenció. “Hablamos largo uno de esos días del inicio de 1986 y me dijo que aliste mis cosas para ir a Oriente. Tenía miedo, pero me animó y me fui a Bolivia”.
Da Silva había hecho las inferiores en Palmeiras y reconoció que no tenía mucho espacio en el primer plantel; en cambio a Celio le fue bien y en Oriente ya era figura, entonces decidió acompañarlo en la aventura deportiva en el país.
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