Leonardo Alberto Fernández Napolitano; 40 años, argentino naturalizado boliviano, exarquero, carismático y extrovertido, locuaz, frontal, polémico, querendón de Santa Cruz y declarado hincha a muerte de Oriente Petrolero. Cómo no serlo si el tiempo que jugó en este equipo defendió el arco con las manos y el corazón. Llegó jovencito, en 1997, como uno más de aquellos que vienen buscando gloria. Venía recomendado por Francisco Sa -que lo hizo debutar en Argentinos Juniors- para jugar la Copa Libertadores de ese año frente a los paraguayos Cerro Porteño y Guaraní y nunca más se fue. De eso hace 17 años, pero pareciera que fue ayer.
Por esos años de fidelidad con el equipo de sus amores es considerado uno de los mayores ídolos. El año que llegó a Bolivia, tras demostrar el gran proyecto de arquero que era, los hinchas apoyaron una campaña de recolección de dinero, peso a peso, para comprar su pase, en un acontecimiento nunca antes visto. Por eso y más, Leo Fernández admite su amor por la verde y blanco y no descarta volver algún día. Sueña con formar arqueros desde las categorías de base para que tenga arqueros de sobra. “Lo haría con gusto y sin cobrar un boliviano, por el cariño que le tengo al club, el más grande de Bolivia”, asegura.
Sus mejores años, sin duda, fueron en Oriente. De su paso por este equipo recuerda los clásicos a estadio lleno, la rivalidad con ‘Tucho’ Antelo, el partido histórico ante Peñarol en el Tahuichi, que mereció un reconocimiento especial de la prensa uruguaya por su gran actuación, y muchos otros buenos pasajes de su vida como futbolista, y otros no tanto. No solo jugó en el equipo refinero, también lo hizo en The Strongest, Real Mamoré y La Paz Fútbol Club, donde se retiró en la temporada 2009.
Su amplio recorrido incluye equipos como Argentinos, Defensores de Belgrano, Independiente, Extremadura, Unión de Santa Fe, Chacarita, Atlético Nacional, Tiro Federal, Palestino y Aucas. Fue un caminante del fútbol y donde fue lo hicieron ídolo. Tras cumplir con los requisitos, en 2002 recibió la ciudadanía boliviana y desde entonces fue titular en la selección durante todo el proceso para el Mundial 2006. Jugó Copa Libertadores, Copa América y Eliminatorias, y jamás se achicó. No en vano tiene un currículum envidiable y se jacta de haber sido titular adonde fue, aunque admite que nunca se sintió mejor que en Oriente. “Es mi vida”, insiste. Se metió en líos de toda clase, pero siempre salió bien parado. “Los errores también me ayudaron a madurar”, dice.
En 2009 estaba por cumplir 35 años y su último deseo era despedirse jugando para Oriente (dice él que sin cobrar nada) pero le cerraron las puertas. Ese saborcito amargo lo tiene hasta hoy. Como hombre de fútbol, forma parte del equipo presidencial y también ataja para el equipo boliviano de Indoor Show. Confiesa que su cercanía con el mandatario Evo Morales lo ha distanciado de algunos amigos, pero asegura que prioriza su ideología antes que falsas amistades. “Soy feliz estando a su lado y es un gran orgullo ser su amigo. Creo que el presidente valora nuestro apoyo a su gestión y la lealtad al proceso de cambio cuando no eran muchos los que defendían al Movimiento Al Socialismo en Santa Cruz”, refuerza.
Por estos días, alejado del fútbol y de la política que no es su fin, está dedicado a atender algunos asuntos personales y a disfrutar de las personas que más ama, sus hijos
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